Mi mente rozaba el cielo
Tu cuello erizaba un canto
Dos piernas entrelazadas
Buscan su espacio en blanco.
Mi pelo junto a tu cara
Tú espalda bajo mis manos
Un tango nuestras caderas
La cama era su escenario.
Las ropas, dueñas del suelo
Las voces, ecos vacíos
No hay almas en este cuarto
Somos un puente entre ríos.
Mi abdomen se estremecía
En clave de fa lejana
Tus venas solo latían
La sangre que te elevaba.
Llegó el silencio y la calma
La noche se volvió roja
El cielo, amor, el cielo
Y el éxtasis,
Tú mirada.
Marina Seijas