Me perdí en playas coralinas
y océanos salvajes
un septiembre extraño
de rubor añejo
y eterno bagaje.
Huí de mi amor buscando
amores que borrasen
lo que había perdido.
Me camuflé en la arena,
me sorprendí pensando,
me avergoncé de pena,
y me lloré en silencio.
Dejé de escribir poesía,
de fingir amor,
de soñar en armonía.
Y aprender
aprendí a como
valorar la tormenta
a cambio
del placer superficial
de olvidar la vida.